¿Qué tipos de óxidos existen?
En el presente artículo vamos a mostrarte los diferentes tipos de óxidos y sus consecuencias. Es importante que conozcas cómo se produce y a qué elementos afecta. Y es que, en la construcción, es habitual encontrarlo en los metales. Para evitar sus efectos, es vital que tomes medidas preventivas. Si la reacción ya se ha producido, tendrás que ponerle solución antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué es el óxido?
La oxidación es una reacción química que se produce debido a la interacción de algunos elementos con el oxígeno. Estas moléculas, presentes de forma natural en la atmósfera y también en el agua, pueden unirse tanto con elementos metálicos como no metálicos. Además, en función de las moléculas que interaccionen, el resultado de la reacción puede ser tanto sólido, como líquido o gaseoso. Lo más común es que interactúe solamente con otro elemento químico, en cuyo caso se le consideraría óxido binario. Pero también se pueden producir reacciones con dos elementos diferentes, que son los llamados óxidos mixtos.
Tipos de óxidos
En función de su comportamiento químico es posible encontrar tres tipos de óxidos. Vamos a hablar sobre ellos.
Óxidos básicos
En la naturaleza, esta clase de óxidos son muy habituales. Siempre se forman al interactuar el oxígeno con un metal. Aunque, como veremos en otro apartado, no todos los metales forman óxidos básicos. Una característica de estos es que cuando se agrega agua a la reacción se pueden generar hidróxidos básicos.
Óxidos ácidos
Estos óxidos también reaccionan de forma natural y, a diferencia de los anteriores, se componen siempre de un elemento no metálico y de moléculas de oxígeno. También difieren de estos otros porque cuando se agrega agua a la reacción, se puede encontrar como resultado lo que se conoce como oxácidos. Se trata de compuestos en los que hay hidrógeno, oxígeno y otro elemento químico no metálico.
Óxidos anfóteros
Algunos elementos químicos, cuando se oxidan, pueden actuar como base o como ácido en función de la acidez o alcalinidad que tenga la solución a la que son sometidos para que reaccionen. Muchos metales tienen esta capacidad, pero normalmente, estos tipos de óxidos no tienen lugar de forma natural, sino en el laboratorio.
¿A qué tipo de reacciones se puede someter el óxido?
Cuando se trabaja con óxidos hay dos reacciones principales que pueden tener lugar: la reducción y la hidrólisis. Sin embargo, en el caso de los metales, su unión con el oxígeno es tan fuerte que es muy complicado disolverlos, por lo que solo algunos compuestos pueden reaccionar de esta forma. Lo que sí es muy habitual es que se produzca la reducción.
Cuando un elemento químico se oxida, en ocasiones, tan solo hace falta llevar a cabo su reducción para separar las moléculas de oxígeno de las del otro elemento. Esto se produce debido a la transferencia de electrones entre ambos compuestos.
Es por ello que, para conseguir que se produzcan este tipo de reacciones puede ser suficiente con lo que se conoce como descomposición térmica. De esta forma, al fundirse el elemento con el oxígeno, este pasa a estado gaseoso y sus átomos se separan. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando el agua se evapora.
Pero esto no siempre es posible. En otros casos, lo que se utiliza es otro reactivo, generalmente el carbono, que se encarga de unir sus átomos a los del oxígeno para que el metal se separe de este. Uno de los mejores ejemplos es el del bicarbonato, muy efectivo para eliminar el óxido de algunos metales.
Las consecuencias del óxido en la construcción
Metales como el hierro y el acero son muy susceptibles de oxidarse, sobre todo si estos elementos no se protegen de forma adecuada. El efecto más importante que producen estas reacciones es la pérdida de integridad de las estructuras.
Y es que, poco a poco, el óxido es capaz de penetrar en el metal. Muchas veces a través de pequeñas fisuras que humedecen el hormigón, como es el caso de las varillas de acero corrugado que conforman el forjado. Y si el problema no se trata a tiempo, el metal puede perder todas sus propiedades y poner en riesgo toda la estructura.
Por lo tanto, aunque se puede mantener a raya, es mucho más económico prevenir la aparición de óxido utilizando productos adecuados para proteger los metales. También se puede optar por aleaciones resistentes al óxido, como es el caso del acero inoxidable, formado por carbono, hierro y cromo.
Como ves, no todos los tipos de óxidos tienen las mismas propiedades. En el caso de los metales, su presencia puede convertirse en un verdadero problema. Sobre todo cuando se utiliza en el sector de la construcción, ya que su integridad es fundamental para prolongar la vida útil de las estructuras. La protección anticorrosiva puede evitar que tengas que actuar posteriormente sobre los elementos de tu estructura, algo mucho más costoso.
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